lunes, 18 de mayo de 2015

CONCEPCIÓN SOCIAL DE LAS ACTIVIDADES DEPORTIVAS

Para las actividades deportivas, subsistir y desarrollarse no es tarea sencilla en nuestro medio. Salvo algunas de élite, la mayoría no cuenta con la gravitación social suficiente. Sin embargo, es mucha la gente que cree “saber de deportes” y “opina”, en general o en particular, con el agravante de que si se cuenta con algún poder o jerarquía se “pueden llegar a imponer” criterios carentes de idoneidad.

En todo ambiente deportivo se encuentra una variedad de  personajes y tipos como:
- gente de buena voluntad que ocupan un sitio porque no hay otros mejores;
- los que resisten a los asesores aptos;
- los que siempre están y creen que por estar, “algo saben”;
- los que ignoran la realidad y sueñan;
- los apurados por lograr el éxito y campeonatos, etc.
Otro aspecto a destacar que afecta al deporte en nuestro medio es el de contar con una cultura impregnada de TOMISMO [1].
La recarga de contenidos en el orden intelectual en desmedro de lo físico,  la estructuración tentativamente ordenada para la atención de lo primero y no así de lo segundo, pone a las familias en la difícil obligación de decidir que harán sus pequeños hijos con el tiempo libre disponible pasando de no decidir nada a proponer más carga intelectual, hasta elegirles actividades físicas al azar sin patrones fundamentales para ello.
En ciertos momentos históricos, partiendo de la premisa de que juego y deporte son cosas del agrado de niños y jóvenes en general, algunos padres, con un criterio “tomista”, utilizaban como castigo, ante alguna falta cometida por su descendiente, la privación de participar en las actividades físicas, no en las intelectuales, pues, por una inconducta cometida, a ningún progenitor se le habrá ocurrido decir “mañana no vas a la escuela…”.
La falta de importancia por lo “corporal” lleva, en esta instancia, a remarcar los verdaderos atributos que redundan en el buen cuidado y desarrollo de la salud.




[1] RAUL GOMEZ, Argentina. Teoría de Santo Tomás de Aquino que desprecia y subvalora al cuerpo acentuando el papel del intelecto.


La falta de importancia por lo “corporal” lleva, en esta instancia, a remarcar los verdaderos atributos que redundan en el buen cuidado y desarrollo de la salud.

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