CONCEPCIÓN
SOCIAL DE LAS ACTIVIDADES DEPORTIVAS
Para las actividades deportivas, subsistir y
desarrollarse no es tarea sencilla en nuestro medio. Salvo algunas de élite, la
mayoría no cuenta con la gravitación social suficiente. Sin embargo, es mucha
la gente que cree “saber de deportes” y “opina”, en general o en particular,
con el agravante de que si se cuenta con algún poder o jerarquía se “pueden
llegar a imponer” criterios carentes de idoneidad.
En todo ambiente deportivo se encuentra una variedad
de personajes y tipos como:
- gente de buena voluntad que ocupan un sitio porque
no hay otros mejores;
- los que resisten a los asesores aptos;
- los que siempre están y creen que por estar, “algo
saben”;
- los que ignoran la realidad y sueñan;
- los apurados por lograr el éxito y campeonatos, etc.
Otro aspecto a destacar que afecta al deporte en
nuestro medio es el de contar con una cultura impregnada de TOMISMO [1].
La recarga de contenidos en el orden intelectual en
desmedro de lo físico, la estructuración
tentativamente ordenada para la atención de lo primero y no así de lo segundo,
pone a las familias en la difícil obligación de decidir que harán sus pequeños
hijos con el tiempo libre disponible pasando de no decidir nada a proponer más
carga intelectual, hasta elegirles actividades físicas al azar sin patrones
fundamentales para ello.
En ciertos momentos históricos, partiendo de la
premisa de que juego y deporte son cosas del agrado de niños y jóvenes en
general, algunos padres, con un criterio “tomista”, utilizaban como castigo, ante
alguna falta cometida por su descendiente, la privación de participar en las
actividades físicas, no en las intelectuales, pues, por una inconducta
cometida, a ningún progenitor se le habrá ocurrido decir “mañana no vas a la
escuela…”.
La falta de importancia por lo “corporal” lleva, en
esta instancia, a remarcar los verdaderos atributos que redundan en el buen
cuidado y desarrollo de la salud.
[1] RAUL
GOMEZ, Argentina. Teoría de Santo Tomás de Aquino que desprecia y subvalora al
cuerpo acentuando el papel del intelecto.
La falta de importancia por lo “corporal” lleva, en
esta instancia, a remarcar los verdaderos atributos que redundan en el buen
cuidado y desarrollo de la salud.
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